Le encantaban desde hace un
tiempo los lunes. Porque la veía en la biblioteca después de todo el fin de
semana esperando. Por eso, cada día, salía rápido de casa. Quería llegar lo
antes posible a su trabajo en la biblioteca. Los libros siempre han sido su
gran pasión y les ha dedicado su vida. Por eso quería ser escritor. Pero no
corría por ellos, sino por ella.
Hoy le habrá echado en falta
mucha gente.
Llevaba unos días tonteando con una
chica. Estaba tan ilusionado que daba gusto verle. No paraba de sonreír y de
decir que, gracias a ella, por fin tenía la gran idea que necesitaba para
escribir su tan ansiada primera novela. La chica de la biblioteca, a la que
miraba todas las mañanas desde hacía unos meses y a la que por fin hace unos
días se había animado a pedir quedar. Ella se había convertido en su musa. En
su inspiración. En la razón por la que se levantaba cada mañana.
Pero nunca podrá acabar de
escribir su novela.
Aún no sabía muchas cosas de
ella. Apenas su nombre y lo que estudiaba porque alguna vez había visto sus
cosas encima de la mesa mientras le tocaba pasar a recoger los libros para
devolverlos a las estanterías. Pero solía fantasear con cómo sería. O, más
bien, con cómo le gustaría que fuera. Recuerdo que más de una vez nos contó lo
que le pasaba por la cabeza.
Sin embargo, no sabía que ese
sentimiento le acabaría matando. Literalmente.
Al salir de casa no llevaba un
libro en la mano como era su costumbre, sino su teléfono. Iba hablando con ella
por Whatsapp. Debía ir completamente pendiente de la conversación, porque resbaló
al bajar el primer escalón de las escaleras de la boca de Metro, con la peor de
las suertes posibles.
La conversación quedará sin
terminar. Nunca podrá decirle lo que sentía.
Quizá ella le siguiera
escribiendo. Puede que se enfadara al no ver respuesta mientras su móvil seguía
“en línea”. Puedo imaginar la impaciencia ante la falta de respuesta
convirtiéndose poco a poco en amargura. En tristeza al ver que su llegada se
retrasaba. En llanto al conocer la noticia.
Alberto no leerá más, no
escribirá más, no amará más.
Pero su amor por la literatura,
por ella, le llevó a empezar a escribir. A perseguir su sueño de ser escritor. Por
eso, intentaremos revivirle a través de sus escritos. Es el mejor homenaje que
podemos brindarle. Se lo debemos.
A 11/11/13, en Madrid,
de S y Carlillos, para A.Limón.