lunes, 11 de noviembre de 2013

Alberto Limón ha muerto

Le encantaban desde hace un tiempo los lunes. Porque la veía en la biblioteca después de todo el fin de semana esperando. Por eso, cada día, salía rápido de casa. Quería llegar lo antes posible a su trabajo en la biblioteca. Los libros siempre han sido su gran pasión y les ha dedicado su vida. Por eso quería ser escritor. Pero no corría por ellos, sino por ella.

Hoy le habrá echado en falta mucha gente.

Llevaba unos días tonteando con una chica. Estaba tan ilusionado que daba gusto verle. No paraba de sonreír y de decir que, gracias a ella, por fin tenía la gran idea que necesitaba para escribir su tan ansiada primera novela. La chica de la biblioteca, a la que miraba todas las mañanas desde hacía unos meses y a la que por fin hace unos días se había animado a pedir quedar. Ella se había convertido en su musa. En su inspiración. En la razón por la que se levantaba cada mañana.

Pero nunca podrá acabar de escribir su novela.

Aún no sabía muchas cosas de ella. Apenas su nombre y lo que estudiaba porque alguna vez había visto sus cosas encima de la mesa mientras le tocaba pasar a recoger los libros para devolverlos a las estanterías. Pero solía fantasear con cómo sería. O, más bien, con cómo le gustaría que fuera. Recuerdo que más de una vez nos contó lo que le pasaba por la cabeza.

Sin embargo, no sabía que ese sentimiento le acabaría matando. Literalmente.

Al salir de casa no llevaba un libro en la mano como era su costumbre, sino su teléfono. Iba hablando con ella por Whatsapp. Debía ir completamente pendiente de la conversación, porque resbaló al bajar el primer escalón de las escaleras de la boca de Metro, con la peor de las suertes posibles.

La conversación quedará sin terminar. Nunca podrá decirle lo que sentía.

Quizá ella le siguiera escribiendo. Puede que se enfadara al no ver respuesta mientras su móvil seguía “en línea”. Puedo imaginar la impaciencia ante la falta de respuesta convirtiéndose poco a poco en amargura. En tristeza al ver que su llegada se retrasaba. En llanto al conocer la noticia.

Alberto no leerá más, no escribirá más, no amará más.

Pero su amor por la literatura, por ella, le llevó a empezar a escribir. A perseguir su sueño de ser escritor. Por eso, intentaremos revivirle a través de sus escritos. Es el mejor homenaje que podemos brindarle. Se lo debemos.


A 11/11/13, en Madrid, de S y Carlillos, para A.Limón.

martes, 1 de octubre de 2013

Un extraño lugar

Acabábamos de mudarnos a uno de esos lugares que parecen el paraíso. Un enorme lago presidía la estampa, rodeado completamente por árboles. En este idílico entorno había algunas pequeñas casas de madera. Una de ellas era nuestro nuevo hogar.

La casa era increíble. No contaba con grandes lujos, pero sí con un gusto especial. Toda de madera, por dentro y por fuera, increíblemente acogedora, con una distribución que permitía que cada habitación tuviera salida directa al exterior. Estas salidas estaban constituidas por unas puertas de vidrio que permitían, junto con los enormes ventanales, ver los mejores amaneceres y atardeceres que podían imaginarse. 

Los primeros días fueron increíbles. Fuimos muy bien recibidos por nuestros vecinos. El lugar era lo más parecido a una sociedad perfecta, fuera del mundo. Todo era compañerismo, las decisiones se tomaban en grupo, había una completa complicidad y confianza entre todos los habitantes del pueblo... La perfecta libertad en el mejor de los marcos posibles.

Pero un día todo cambió. De repente se empezó a oír un ruido ensordecedor y el cielo se oscureció. El paraíso comenzaba a parecerse al infierno mientras desde la casa veíamos miles de aviones de combate surcar los aires. En ese caos, vi a mi hermano entrar en mi habitación, cámara en mano y acercarse a la cristalera para tomar unas fotografías. De repente, un destello desde el cielo y un proyectil explotando justo delante de la casa. ¡Nos habían visto!

Salimos de la habitación para buscar a nuestros padres. No estaban. Fuera tampoco había nadie. Estábamos los dos solos. No teníamos ninguna protección. Y, sin más,mi hermano también había escapado.

¡No podía ser! Estaba solo en ese lugar. Entré en mi habitación y comencé a poner los pocos muebles que había en la casa delante de la puerta de vidrio. Pero era inútil. La casa estaba completamente rodeada de soldados vestidos con uniformes de camuflaje con banderas de los EEUU en la manga derecha. Les oía hablar sobre mí. Era su objetivo. Estaban "limpiando" la zona y yo era la última persona que quedaba. Formaban un cuadrado cada vez más pequeño. Podía notar su presión sobre la casa. El agobio empezaba a pasarme factura. Estaba perdiendo la cabeza. Quería que el acoso terminase. Y, de repente...

... sonó el despertador. Por suerte todo era producto de un mal sueño. Estaba en nuestra nueva casa, el sol comenzaba a salir por el horizonte y la ausencia de persianas y cortinas hacía que fuera imposible evitar su intensa luz. Pero esta tranquilidad pronto se acabó:se empezó a oír un ruido ensordecedor y el cielo se oscureció. El paraíso comenzaba a parecerse al infierno.

viernes, 24 de mayo de 2013

La única estrella que se ve desde mi ventana

Estoy en el piso trece, de pie frente a un gran ventanal. He acudido a la llamada de uno de los atardeceres más espectaculares que pueden verse en esta ciudad.

Cuando era joven disfrutaba a diario de este placer. En las noches claras, desde este mismo lugar, podía ver de fondo las montañas con un característico color rojizo provocado por la refracción en la atmósfera de los rayos de sol, alargando el día en su estertor previo a la llegada de la noche. El sol empezaba a apagarse, bajando imparable en su baile con la luna, decidido a atravesar el plano del horizonte hacia su ocaso. Mientras tanto, la luna subía con calma pero imparable. Acompañando al movimiento de los astros, cientos de estrellas empezaban a girar como luces de discoteca que iluminaban la escena mientras el sol y la luna giraban como dos amantes intentando alcanzarse. El espectáculo era grandioso y te hacía sentir minúsculo cuando se introducía en tu cabeza la idea de que formas parte de algo tan inmenso como es el universo.

Pero esta noche es diferente. Cubriendo el cielo, como si quisiera abrazar el atardecer, se extiende la polución de la ciudad. El sol se ve agonizante, intentando sin éxito hacerse valer con el vigor de antaño. La luna no se intuye siquiera. Y de todas las estrellas que se veían hace años, sólo una consigue mantener su relevancia en el firmamento. Es la única estrella que se ve desde mi ventana. Incluso ella parece más pequeña, como si hubiera disminuido su magnitud aparente al alejarse de la Tierra. Pero no es ese el motivo.

Sin embargo, mis ancianos ojos no ven lo que tienen delante sino lo que vieron en su juventud. La escena sigue provocándome el mismo síndrome de Stendhal que me paraliza frente al cristal y esa sensación que me hacía sentir, durante unos instantes, completamente insignificante.


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Quería pedir comprensión ante la calidad del relato, puesto que es la primera vez que escribo algo así. Está inspirado en tres ideas principales: el atardecer que pude disfrutar ayer, el título del blog y esta canción:

miércoles, 22 de mayo de 2013

El inicio de una nueva andadura

Me presento: mi nombre es Alberto Limón. O, como prefiero firmar mis textos, A. Limón. Hoy cumplo 29 años, lo que significa que mañana inicio mi trigésimo año de vida. No me siento diferente que ayer ni creo que mañana sienta nada distinto a lo que siento hoy. Sin embargo, esta fecha marca un hito, pues supone el inicio de una nueva andadura. 

Como suele pasar en estos casos, me he planteado hacer algo especial para conmemorarlo. Y es que, el tiempo corre inexorablemente y el hecho de que este momento sea irrepetible lo hace realmente especial. La cuestión es que llevo tiempo escribiendo una novela muy personal y he decidido que es el momento de darla a conocer. La sensación ahora mismo es la del náufrago que introduce un mensaje en una botella y la lanza al mar con la incertidumbre de si alguien leerá su contenido. Cada segundo que pasa estaré algo más cerca de saberlo y espero ansioso esa respuesta.

Como todo camino, resulta complicado empezar a recorrerlo, pero por suerte no estaré sólo. Me acompañan en esta aventura dos buenos amigos: S y Carlillos. Ellos publicarán lo que les pase por la cabeza y no siempre tendrá relación con el tema central del blog, pero su apoyo, sin duda, será clave pues me da una seguridad que no tendría por mí mismo.

Bienvenidos, pues, a nuestro blog. Esperemos que no sea oleum et operam perdidi.



A 22/5/13, en Madrid, A.Limón.